Miss Laila Nicola

Directora co-fundadora del Colegio San Patricio

 (1989-2016)


                                             Biblioteca Laila Nicola

La comunidad escolar del Colegio San Patricio, en merecido homenaje a su co-fundadora, Mgtr. Laila Nicola, designó con su nombre a la Biblioteca del Colegio.
"Es así que hoy, en muestra de nuestro reconocimiento y respeto, nuestra biblioteca, un espacio rodeado de libros donde se lee, se enseña y se debate- acciones tan representativas de su vida y su legado- un espacio que es umbral, a la vez que corazón de nuestra escuela, será honrado con el nombre Laila Nicola."
(Extracto de las palabras de Miss Marianela)

                     

 

                              Semblanza de Miss Laila realizada por Ma. del Carmen Fortina 

                                                     Directora del Colegio San Patricio

                                                                    ( 1989-2007)

Hay seres que transitan por esta vida dejando huellas indelebles y profundas. Laila fue uno de ellos. Su inteligencia, siempre ávida de nuevos saberes, investigadora, creadora, y su mano amplia dispuesta a derramar generosa los conocimientos con sus pares. La excelencia académica fue su exigencia personal y guio a otros para lograrlo. Fue una gran formadora de jóvenes y docentes debido a su amor a la docencia. El sentido del deber y del cumplimiento fue una norma de vida irrestricta. Su perfil humano es imprescindible destacar: siempre dispuesta a escuchar, a tender una mano, un consejo…Cuidaba celosamente las relaciones interpersonales. El dar más que el recibir fue su sino. De amplia cultura, su espíritu cultivado no estuvo alejado de ninguna expresión artística: la pintura, la música, el teatro, lo literario fueron su alimento. El teatro demostró-tal vez- su otra vocación oculta: la actuación al crear un grupo y expresarlo en otra de sus pasiones: el inglés. Hasta el fin de sus días dedicó todo su afán, voluntad y empeño en el crecimiento y la obtención de un óptimo nivel en la educación de los alumnos de su más amado sueño, el Colegio San Patricio. Se puede afirmar, sin lugar a dudas,  que es el legado cultural de excelencia que deja a la sociedad cordobesa. Y por todo esto, perdurará a través del tiempo y al sentimiento generalizado de dolor se une el del vacío y extrañeza. Gracias Miss Laila, es el sentir de la comunidad toda del Colegio San Patricio. 
 

Palabras de la Prof. Marta Baduy

Es muy difícil resumir en pocas líneas la semblanza de una persona particularmente dotada de talentos y virtudes, tanto intelectuales como morales. Pero esta tarea se vuelve todavía más ardua cuando la persona en cuestión resulta ser alguien que marcó la vida profesional y personal de tantas personas, incluida por supuesto la mía. A pesar de esta dificultad, he aceptado con gusto la amable sugerencia de escribir este texto porque creo que entra en juego un deber de reconocimiento y gratitud a quién tanto debo y con quién compartí años de enriquecimiento académico y disfrute de la vida teatral.

Laila Nicola falleció de modo sorpresivo el jueves 13 de octubre de este año, luego de una internación que, en apariencia, no era especialmente riesgosa. Cuando me llamaron ese día para decirme que lamentablemente había fallecido no podía creerlo. Confieso que todavía me cuesta creerlo. Era una persona tan fuerte, batalladora y resistente a los embates de la vida que todos los que la conocíamos nunca pensamos que nos podría abandonar como lo hizo, lo cual hace que su partida sea más dolorosa e incomprensible.

Buena parte de su vida estuvo dedicada a la docencia universitaria y en los últimos 25 años a dirigir, como solo ella sabía hacerlo, los destinos académicos de su querido colegio “Saint Patrick”. No puedo hablar de esta faceta como directora porque no la compartí con ella, pero si quiero recordarla, con alegría y un inmenso cariño, primero como la docente que me hizo amar la literatura y después como mi directora y compañera de actuación en varias obras que presentamos en Córdoba y en varios puntos del país. Querida Laila, ¿cómo olvidar esas noches de ensayo en el Instituto Webster en las que, a pesar del cansancio después de una larga jornada de trabajo, nos esmerábamos para poder reproducir con palabras y gestos la idea que tan genialmente tenías en tu cabeza? ¿Cómo olvidar el esfuerzo y la dedicación para representar, por ejemplo, a las mujeres de Shakespeare en “Women Women”, o a los personajes tortuosos de “The Glass Menagerie”, o a las obras de Harold Pinter en esa unión de temas del absurdo que supiste plasmar en “Why Pinter”?. Y después “Tongues” inspirada en la obra de Sam Shepard que nos demandó muchos meses de trabajo y actuación, sobre todo porque ninguno de nosotros éramos actores experimentados y tenías que moldearnos y hacernos a la imagen que tu sensibilidad e inteligencia había creado.

Pero la obra que me marcó para siempre y que tuve la inmensa suerte de representar solo con ella fue “Night Mother”. Allí estábamos más de dos horas sobre el escenario, como madre e hija, tratando una de irse para siempre y la otra recurriendo a lo poco que tenía a mano para evitarlo. Esa obra nos unió para siempre. La representamos en nuestra facultad y en Villa María, Río Cuarto, San Juan y Bahía Blanca. Una anécdota muy graciosa de los ensayos fue lograr reproducir el tiro del final que nunca nos salía bien: recurrimos a la grabación de una ruleta rusa (pero al apretar el botón del grabador no aparecía ningún sonido); pinchábamos un globo pero la persona que lo hacía se asustaba y gritaba, hasta que finalmente resolvimos el problema con un mata gatos. Los viajes, las puestas en escena, su gran sentido del humor al que no le faltaba una pizca de ironía, sus exigencias para que todo saliera lo mejor posible y su incansable e ilimitada creatividad al momento de pensar las obras, constituyen recuerdos imborrables que llevaré siempre en mi corazón.